Una introducción a los conceptos básicos del análisis conductual

Haremos hoy, después de tantos posteos sobre conductismo y análisis conductual, algo que prácticamente no hemos hecho: intentar una introducción a las operaciones y terminología básica del análisis conductual. Sí, solemos empezar las cosas por cualquier lado.

Si ya están familiarizados con el campo, pueden omitir esta lectura (se los ruego de hecho, así critican las miles de equivocaciones que estoy por cometer), pero si no, puede ser una forma tan buena como cualquier otra de dar sus primeros pasos en el tema.

Comprendiendo la conducta

Empecemos desde cero.

Supongamos que queremos convertirnos en investigadores, para conocer un poco más acerca de cómo se comportan los seres vivos – sean animales complejos como delfines, leones, ratones, u otros como babosas, insectos, o cantantes de reggaetón- con el objetivo de comprender un poco más lo que hacen. Es decir, nos interesa la conducta en general.  Y ya que nos interesa la conducta en general, aunque sea la de un insecto, un pez, o un ser humano, hablaremos de la conducta de los organismos para incluirlos a todo ser que pueda tener conductas.

En este escenario, hay varias vías que podríamos seguir para comprender la conducta de un organismo.

En primer lugar, podríamos observar la conducta cuando sucede naturalmente. Podemos ver, por ejemplo, qué hace nuestro gato, cómo interactúa con el mundo. Así observo, por ejemplo, que se acuesta en el sillón a la mañana, y que a la tarde duerme en la cama.

Lamentablemente, notamos que esto no nos lleva muy lejos en términos de comprensión. Podemos formular algunas hipótesis, pero si no tenemos control  sobre lo que sucede ni podemos intervenir no ganaremos mucha comprensión sobre sus conductas. Quizá el gato cambie de lugar de dormir según cómo varíe la temperatura de la casa, quizá lo haga buscando el lugar más silencioso, no hay manera de saberlo con certeza. Si queremos saber un poco más tenemos que dar un paso más e intervenir; en otras palabras, podemos modificar algo del ambiente para ver qué pasa con la conducta.

Esta será entonces la metodología central de investigación e intervención en las disciplinas conductuales: organizaremos el ambiente de ciertas formas para observar el efecto que tiene eso sobre la conducta.

Dado que estamos tratando de analizar conductas particulares, podemos llamar a esta disciplina análisis de la conducta, y llamar analista conductual a la persona que está tratando de comprender la conducta con esa metodología. En contraste, podemos llamar conductista a quien piense y reflexione sobre la conducta y la metodología en general, filosóficamente, mientras que analista conductual será quien investigue activamente (de manera experimental o en situaciones aplicadas del mundo real), sobre conductas particulares. Entonces, el conductismo será la filosofía, mientras que el análisis conductual será la disciplina con la que investigaremos la conducta, es decir nuestra ciencia de la conducta.

Volviendo a nuestro ejemplo de investigación de las conductas de nuestro gato, podemos llamar procedimientos u operaciones al acto de organizar el ambiente, y podemos llamar procesos a los resultados de esa organización del ambiente, por eso solemos hablar de procedimientos y procesos en psicoterapia: los primeros son las formas de organizar el ambiente (trátese de una intervención psicoterapéutica, o de la disposición de un aparato de investigación como una caja de Skinner), mientras que los segundos son los resultados que observamos en un organismo.

Observar la conducta

Como mencionamos, lo primero que podemos hacer es observar la conducta. En cierto modo, una buena parte (pero no toda) de la disciplina que llamamos Etología se ocupa de esto: la observación del comportamiento de organismos en su entorno natural, tratando de no intervenir demasiado. La etología observa los hábitos de comportamiento de diversas especies, buscando regularidades y patrones, usualmente en su entorno y observando sus interacciones naturales.

Por ejemplo, en este video podemos ver cómo un grupo de investigadores utilizaron un pingüino falso para acercarse a un grupo de pingüinos para observar su comportamiento con mínima perturbación (aunque es de suponer que ver un pingüino con ruedas debe haber causado considerable confusión en sus congéneres)

Aunque la mera observación de la conducta nos proporcionará bastante información con respecto a cómo se comporta un organismo, no nos llevará muy lejos con respecto a por qué se comporta así, es decir, no nos ayudará del todo a comprender la conducta, sus causas y posibles modificaciones. Estamos limitados a observar lo que le pasare al pingüino, y convengamos que a veces a un pingüino no le pasa gran cosa.

Si queremos saber un poco más, podemos intervenir sobre la situación de alguna forma. No tiene sentido intentar modificar directamente la conducta –puedo mover al gato de la cama al sillón, pero a) probablemente se resista y vuelva, y b) no estaré comprendiendo demasiado sobre por qué el gato duerme en el sillón o en la cama. Tampoco me ayudará mucho si solo le hago varios estudios por imágenes al gato (radiografías, electroencefalogramas, fMRI, etc.), ya que eso sólo me dirá, digamos, cómo es mi gato por dentro, su estructura, mientras que nosotros estamos interesados en lo que hace (y como lograr que en algunos casos, deje de hacerlo).

Probablemente la estructura del nuestro se vea así

Lo que podemos hacer además de observar para comprender la conducta, en lugar de intentar modificar al organismo o ver cómo es por dentro, es modificar el ambiente y ver qué sucede con su conducta. Y aquí nos encontramos con dos opciones para proceder: podemos presentar estímulos, o podemos organizar consecuencias.

Presentar estímulos

Presentar estímulos se explica bastante por sí mismo: introduzco un estímulo en el ambiente del organismo que quiero estudiar y veo qué sucede. Esto también es algo que los etólogos suelen hacer: introducen algún estímulo y observan cómo responden. El conocido experimento de los etólogos Lorenz y Tinberger es un buen ejemplo de presentación de estímulo. Recortaron una silueta de cartón, que según la dirección en que se mueva semeja un halcón o un ganso,

y la hicieron pasar como si fuera un ave sobrevolando sobre un grupo de pavos jóvenes. Cuando la hicieron pasar hacia la izquierda (semejando un ganso), los pavos no se inmutaron. Cuando la hicieron pasar hacia la derecha (semejando un halcón), salieron corriendo. De aquí podemos arriesgar que hay alguna relación entre las características del estímulo y la conducta de esos pavos. Ya sabemos algo más de lo que podríamos conocer por mera observación.

En análisis conductual, cuando una conducta es causada directamente por un estímulo llamamos al estímulo elicitante y decimos que la conducta es elicitada. Las conductas elicitadas por un estímulo suelen ser bastante imperiosas y difíciles de controlar para el organismo, por eso se suelen denominar popularmente “reflejos” (aunque el término tiene usos más precisos). Cuando el médico les pega en la rodilla con su martillito de goma es casi imposible evitar levantar la pierna, por ejemplo.

Entonces, lo primero que podemos hacer para comprender un poco más la conducta es presentar estímulos y observar lo que sucede con las conductas.

Organizar consecuencias

Además de presentar estímulos también podemos hacer algo bastante más sofisticado: podemos organizar el ambiente de manera que sucedan consecuencias frente a ciertas acciones del organismo.

Por ejemplo, podemos poner a un ratón en un laberinto de cartón en el cual en la salida hay queso; o incluso podemos complejizar el experimento y diseñar dos salidas para el laberinto: en una hay queso y en la otra hay una placa que administra un choque eléctrico suave, y ver en repetidos ensayos qué tiende a hacer el ratón.

Los conocidos experimentos de Thorndike fueron organizaciones de consecuencias de este tipo. Thorndike diseñó una serie de jaulas en las cuales un gato podía salir sólo si realizaba ciertas acciones.

Thorndike notó que al principio el gato pasaba algún tiempo hasta encontrar la salida, pero con sucesivas presentaciones el gato salía cada vez más rápidamente: el efecto de sus conductas tendía a influenciar sus conductas futuras.

Cuando organizamos consecuencias, podemos notar que las consecuencias tienen de manera general dos efectos sobre la conducta. Algunas consecuencias hacen que cierta conducta siga emitiéndose, o que se emita más a menudo que antes; mientras que otras consecuencias hacen que cierta conducta deje de emitirse o se emita menos. En el primer caso hablaremos de una operación de reforzamiento, y diremos que la conducta X ha sido reforzada por su consecuencia. En el segundo caso hablaremos de una operación de castigo y diremos que la conducta ha sido castigada por su consecuencia.

Notemos dos cosas: lo que es reforzado o castigo es la conducta, nunca el organismo en sí. El queso al final del laberinto refuerza la conducta de buscar la salida, no al ratón. En segundo lugar, notemos que no sabemos qué efecto tendrá una consecuencia que hemos puesto hasta tanto no observemos su efecto sobre la conducta, por lo cual a priori no podemos estar seguros de si una consecuencia determinada tendrá un efecto de reforzamiento o de castigo, sino que lo sabemos solo una vez que han sucedido esas consecuencias.

Esto suele llevar a confusiones. Una consecuencia puede funcionar como reforzamiento para un organismo y no para otro, o incluso puede funcionar como reforzamiento en un momento y como castigo en otro (la consecuencia del sabor de la cerveza puede reforzar el beber cerveza un sábado a la noche, y castigar el beber cerveza el domingo a la mañana cuando estamos con resaca). Reforzamiento y castigo no son propiedades intrínsecas de los estímulos, sino la relación entre los efectos de cierto estímulo y cierta conducta, y también podemos llamar a esta relación la función. Catania propone utilizar el término consecuenciar para la operación de administrar consecuencias, y propone que sólo hablemos de refuerzo o castigo según los efectos en la conducta de esas consecuencias, pero a pesar de que este término resolvería varias confusiones no suele utilizarse.

Entonces, hasta ahora tenemos algunos recursos para comprender la conducta:

  • Observar la conducta
  • Presentar estímulos
  • Organizar consecuencias

Pero aún podemos complejizar más la situación y mejorar así nuestra comprensión de lo que sucede.

Señalar

Si observamos el mundo podemos notar que tanto la presentación de estímulos como la presentación de consecuencias suelen ser señaladas por otros estímulos o eventos. Cuando el microondas termina su ciclo emite un sonido que señala que ya podemos retirar nuestra comida, y a su vez el olor de nuestra comida señala que el sabor va a ser insoportable (es mi experiencia habitual al menos).

Entonces tenemos algo más que podemos usar para investigar: señalar estímulos o el señalar consecuencias serán operaciones que podremos utilizar para estudiar la conducta de los organismos.

Señalar estímulos

Algo que podemos hacer es presentar un estímulo que señale la ocurrencia de otro estímulo. El ejemplo más conocido para todos los psicólogos es el trabajo de Pavlov. Como probablemente sepan, inicialmente Pavlov presentaba a sus perros un estímulo (comida), y medía cuánto salivaban. Hasta aquí es un procedimiento básico de presentación de estímulos, en el cual se presenta un estímulo elicitante, ya que elicita una respuesta de salivación.

Pero luego observó que frente a ciertos eventos que señalaban al perro que estaba por recibir comida (por ejemplo, la aparición del investigador con su guardapolvo blanco), el perro también comenzaba a salivar, incluso antes de recibir la comida. Pavlov comenzó entonces a investigar este efecto sistemática y deliberadamente, utilizando por ejemplo el sonido de un metrónomo como señal, y comprobó que estas señales podían tener efecto por sí mismas.

En este caso, el sonido señala un estímulo, por lo cual tenemos una relación entre estímulos. En este caso un estímulo señala a otro estímulo sin importar la conducta del perro.

Señalar consecuencias

Otra tipo de señalar se da cuando un estímulo o evento señala la disponibilidad de una consecuencia. Por ejemplo, cuando escuchan una notificación en su celular y abren su aplicación de mensajería, la notificación no está señalando un estímulo, sino que está señalando una consecuencia (en este caso, que hay una conversación disponible). Esta operación de señalar podría describirse coloquialmente así: “este estímulo X señala que la consecuencia Z está disponible para la conducta Y”.

El sonido de la lata de atún que se abre es lo que señala a nuestro gato que la conducta de acercarse, mostrarse cariñoso, y emitir maullidos zalameros, tendrá frecuentemente como consecuencia el recibir un poco de atún.

En este caso el sonido de la lata de atún al abrirse no “causa” automáticamente la conducta. Si el gato está ocupado en otra cosa quizá no se acerque, mientras que cuando se trata de un estímulo elicitante la conducta se emite casi bajo cualquier contexto: si escuchan un sonido muy fuerte cerca de ustedes probablemente detengan su actividad y observen en esa dirección sin importar qué estén haciendo. Por este motivo el sonido de la lata de atún no es un estímulo elicitante sino que se llama estímulo discriminativo (se suele abreviar como Ed o Sd), ya que permite discriminar la disponibilidad de una consecuencia para una conducta.

El Ed no elicita la conducta, sino que la ocasiona. A diferencia de lo que sucedía con el sonido del metrónomo para el perro de Pavlov, el gato tiene que emitir una conducta para obtener un estímulo reforzante. Lo mismo sucede con los castigos: cuando alguien emite el sonido “voy a poner algo de reggaetón”, esa frase es un estímulo discriminativo que señala que si salgo corriendo (conducta) evitaré un montón de sufrimiento (efecto).

Las investigaciones de Skinner giraron principalmente en este tipo de relaciones entre estímulos, conductas y consecuencias, y a esta relación entre estímulo discriminativo, conducta, y consecuencia, es lo que generalmente llamamos “contingencia de tres términos”.

Modificar la efectividad de consecuencias

La última operación que veremos hoy, que puede tener un impacto sobre la conducta, es lo que habitualmente se llama operaciones establecientes u operaciones motivacionales. Esto se refiere a todo procedimiento que altera el grado en que una consecuencia funciona como tal.

Por ejemplo, supongamos que nuestra madre nos dice “si ordenás tu cuarto hay postre”. Eso sería un Ed que señala que habrá una consecuencia (presumiblemente reforzante) para la conducta de limpiar la habitación. Sin embargo, si acabamos de ingerir nuestro propio peso en comida la noche anterior (lo cual suele suceder en las fiestas), la efectividad del postre como reforzador disminuirá. O si hemos estado haciendo ejercicio intensamente, el valor de refuerzo de una botella de agua fría será más alto.

Para citar un conocido ejemplo del inagotable campo de la publicidad:

Este “no de nuevo” es un ejemplo de cómo ciertas operaciones pueden modificar la efectividad de una consecuencia, es decir, incluso una consecuencia deseable se convierte en indeseable cuando se dan ciertas condiciones (como la saciedad en general).

En estos casos no se modifica la disponibilidad de la consecuencia, ni tampoco cambian las señales: todo sigue estando allí. Lo que ha pasado es que ciertas operaciones establecientes han modificado la efectividad de esos estímulos como consecuencia.

Por eso se las llama también “operaciones motivacionales”, porque son las que aumentan la efectividad de una consecuencia para la emisión de una conducta.

Resumen

Tenemos entonces, además de la mera observación de la conducta, cinco operaciones básicas que podemos utilizar para analizar la conducta:

  • Presentar estímulos
  • Organizar consecuencias
  • Señalar estímulos
  • Señalar la disponibilidad de consecuencias
  • Alterar la efectividad de consecuencias

Estos cinco procedimientos, y los procesos que involucran, son el eje de toda la investigación y aplicaciones del análisis conductual: sea investigar en laboratorio, entrenar animales, trabajar con problemas humanos como dificultades de aprendizaje o lo que llamamos problemas psicológicos, lidiar con problemas organizacionales, mejorar la eficacia de grupos, etcétera, es decir, toda situación que involucre conducta.

Estas operaciones y sus procesos suceden de manera entrelazada de manera constante y compleja en la vida de un organismo. Constantemente estamos bajo control de innumerables estímulos, en grado variable, en un flujo dinámico entre el contexto y la acción, en donde las múltiples vertientes del contexto impactan la acción y a su vez la acción modifica el contexto, lo cual a su vez vuelve a influir sobre la acción.

El trabajo de un analista conductual es analizar ese flujo que involucra acciones y contexto, notar los procesos que están sucediendo que sean más relevantes para los objetivos que tuviere, para así discernir qué tipo de operaciones pueden facilitar la ocurrencia los resultados deseados. El analista conductual analiza las relaciones entre conducta y contexto, y dado que estas relaciones se pueden pensar como funciones (podemos decir la conducta es función del contexto, por ejemplo), llamamos a esto análisis funcional de la conducta.

Esto puede consistir, por ejemplo, en identificar cuál es el reforzador que sostiene una conducta indeseada, cuáles son las operaciones establecientes que disminuyen la efectividad de un reforzador, identificar si una conducta está mayormente bajo control de estímulos elicitantes o de estímulos discriminativos, etc.

Aprender análisis conductual, en sus diversas áreas de trabajo, es estudiar las múltiples y complejas formas en que el ambiente y la conducta se relacionan, y de qué manera ciertas modificaciones ambientales pueden generar conductas deseadas.

Cuando, por ejemplo, el objetivo es trabajar una fobia, se pueden observar conductas de evitación frente a ciertos estímulos, por lo cual el terapeuta puede intentar en presencia del estímulo evitado ayudar a que el paciente emita una conducta de acercamiento que inhiba la de evitación. O frente a la presencia de pensamientos o verbalizaciones hipercríticas que obstaculizan una vida valiosa, un terapeuta puede modelar e invitar al paciente a la emisión de conductas de autocompasión que disminuyan el impacto de esos estímulos. O al ayudar a un paciente con depresión, el terapeuta puede recurrir a operaciones establecientes (por ejemplo, hablar de valores y cómo sería una vida deseada) para aumentar la efectividad del reforzamiento para conductas valiosas.

Cerrando

Lo de hoy ha sido una introducción general, dirigida más a ayudar a clarificar conceptos básicos que a profundizar. Hemos seguido bastante de cerca a Catania, pero hemos agregado lo propio lo suficiente como para que tengamos que hacernos cargo de las estupideces escritas aquí.

Si les interesa leer un poco sobre las interacciones entre conducta y ambiente, les dejamos esta listita, en caso de que se odien lo suficiente como para infligirse estas lecturas:

  • En este artículo profundizamos un poco más sobre señalar estímulos, lo que llamamos condicionamiento clásicos (lo de Pavlov)
  • En este otro hablamos un poco más de los trabajos de Skinner sobre los diversos efectos que encontramos según cómo presentamos consecuencias.
  • En este otro describimos como ciertas formas de presentar consecuencias pueden llevar a conductas supersticiosas
  • En este otro describimos cómo el ambiente puede afectar la forma de acción de los psicofármacos.
  • En este damos una descripción del análisis funcional más bien desde la óptica de la psicoterapia
  • En este proporcionamos una serie de principios conductuales para trabajar uno de los principales recursos terapéuticos de raíz conductual: terapia de exposición.
  • En este intentamos torpemente la descripción de la depresión y su tratamiento desde una óptica conductual.
  • En este, describimos los múltiples factores a los que nos referimos cuando hablamos de “ambiente” o “contexto”
  • Este, finalmente, es una entrevista a un colega que utiliza ciencia conductual para fomentar conductas prosociales y cooperativas

Pueden dejar dudas, quejas, o inquietudes aquí mismo en los comentarios, y responderemos en la medida en que podamos.

Nos leemos la próxima!!

7 comentarios

  1. El escritor logró la microestructura textual, habilitando la posibilidad de acceso, al lector (en éste caso a mí) a la macroestructura…en fácil: accedí a procesos superiores de análisis semántico, que me van a permitir aumentar mis esquemas de memoria con respecto al contenido!! Si se logra decodificar al autor, se podra alamcenar para luego recuperar la información y poder lograr alguna modificación en el ambiente y así poder observar la conducta y hacer los señalamientos pertienentes!!! Muyyyy bueno!!! Jajajajaja Siga escribiendo!!! Qué yo sigo leyendo ????️

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