Un premio Nobel y activación conductual

feynmannEl físico Richard Feynman, uno de los físicos más importantes del siglo XX, cuenta que luego de los tiempos frenéticos de su participación en el proyecto Manhattan y la muerte de su esposa, el volver a la vida normal de un académico se le hizo cuesta arriba. Empezó a dar clases en la universidad Cornell, pero cuando consideró que debería retomar su actividad como investigador halló que “no podía ponerme a trabajar. Estaba un poco cansado, no me sentía interesado; no podía investigar”. Había perdido el interés y relata que “estaba convencido de que por la guerra y lo demás (la muerte de mi esposa), simplemente me había quemado, agotado“. A lo largo de un capítulo de su autobiografía cuenta como empezó a sentirse deprimido, como empezó a pensar que estaba acabado, que ya no podría lograr nada salvo dar clases, y de cómo por ese motivo rechazó varias invitaciones a diversas universidades (incluido el Institute for Advanced Study, en el que hubiera estado codo a codo con Einstein, von Neumann y demás). Quizá en esos tiempos un psiquiatra hubiera diagnosticado a Feynman con depresión al saber de su pérdida de interés, de retraimiento, de su sensación constante de culpa. Pero luego sucedieron dos cosas en un mismo día. En primer lugar, un jefe de laboratorio, que sabía o intuía lo que le estaba pasando, le habló con gentileza, y básicamente dijo que no se presionara, que era un buen profesor y que cualquier otra expectativa que de él se tuviera era cosa del azar. En segundo lugar… bueno, dejemos que él lo cuente:

“La física me disgustaba un poco en ese momento, pero solía disfrutarla. Y por qué la disfrutaba? Jugaba con ella. Solía hacer lo que quisiera hacer -no tenía que ver con que fuera importante para el desarrollo de la física nuclear, sino si era interesante o divertido para jugar.” Y decidió “voy a jugar con la física, de cualquier manera en que quiera, sin tener en cuenta si es importante o no” “Una semana después estaba en la cafetería y un chico, jugando, tiró un plato al aire. Mientras el plato oscilaba, noté el escudo rojo de Cornell girando con el plato. Era bastante obvio que el medallón se movía más rápido que la oscilación. No tenía nada que hacer, de manera que empecé a descifrar el movimiento del plato rotatorio. Descubrí que cuando el ángulo es muy ligero, el medallón rota dos veces más rápido que la tasa de oscilación -dos a uno. Surgió de una ecuación complicada” Luego pensé ‘¿hay alguna manera por la cual pueda ver de un modo más fundamental, viéndolo desde las fuerzas de la dinámica, por qué es dos a uno?’. “No recuerdo como lo hice, pero en última instancia descifré cuál era el movimiento de las partículas de masa, y cómo las aceleraciones se balanceaban de manera de resultar en dos a uno” (…) Seguí trabajando en las ecuaciones de oscilación. Luego comencé a pensar acerca de cómo la orbita de un electrón comienza a moverse en la relatividad. Luego está la Ecuación de Dirac en electrodinámica. Y luego electrodinámica cuántica. Y antes de darme cuenta (fue realmente un tiempo muy breve), estaba jugando -trabajando, en realidad- con los mismos problemas que amaba tanto y que había abandonado. (…) Los diagramas y todo el asunto por el cual recibí el Premio Nobel surgieron de jugar con ese plato oscilante” Fragmentos de “Surely you are joking, Mr Feynman(traducción mía -porque ignoraba que había versión en español. La ignorancia cuesta trabajo.)

Me resulta fascinante leer cómo salió de esa situación. Permítanme que les cuente por qué. Si prestamos atención podemos notar dos momentos: en primer lugar, un acto de gentileza por parte de otro ser humano, que fundamentalmente le comunica “está bien sentirte como te sentís”. En segundo lugar: jugar. Lo que relata en el fragmento es cómo volvió a tomar contacto con actividades reforzadas positivamente. Es, para aquellos de ustedes que saben del tema, el mismo principio que rige los tratamientos de Activación Conductual: ponerse en contacto con actividades valiosas -o al menos, con los aspectos valiosos de esas actividades-, y sólo concentrarse en dar un primer paso. Y el siguiente primer paso. Y el siguiente primer paso.

Carl Lejuez, uno de los desarrolladores de BATD, suele decir más o menos lo siguiente (lo estoy citando de memoria, no fastidien pidiendo precisión): una vez que pensaste en tus valores y tus metas, olvidate completamente de todo eso y sólo concentrate en dar el paso que viene a continuación. Activación conductual para depresión se trata de eso: volver a tomar contacto con el mundo, y que la vida misma nos vaya sanando (cuando digo la vida, me refiero a la sucesión de contingencias que controlan nuestra conducta). Cuando Feynman volvió a conectarse con lo que realmente era reforzador para él de la física (el jugar, descubrir), el resto de las cosas surgieron por sí mismas, y la sucesión resultó en un Nobel.

A mí, que suelo adoptar el abordaje mariomactiano en psicoterapia, me recuerda aquello de “pongamos el carro en movimiento, que los melones se acomodan solos”. Esos pequeños, modestos primeros pasos (ponerse a curiosear cómo se mueve un plato en el aire), pueden tener consecuencias y ramificaciones enormes. En algunas ocasiones en psicoterapia lo mejor que puede tener un terapeuta es paciencia (en otras no, pero eso va para otra nota). A veces, lo mejor que podemos hacer para ayudar a una persona que está pasando por un momento difícil -o incluso para nosotros mismos, que de tarde en tarde somos seres humanos, mal que les pese-, es mostrar un poco de compasión y alentarla -o alentarnos-, a dar un primer paso para volver a tomar contacto con el mundo.

Quién lo diría, tiene evidencia científica y todo.

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