Solemos usar ‘conversación’ y ‘diálogo’ de manera intercambiable, pero en rigor de verdad no lo son, y creo que la diferencia entre ambas puede ser ilustrativa.
En sentido estricto, una conversación es un intercambio de ideas que no requiere una estructura, un tema preestablecido, ni llegar a una conclusión. Es lo que hacemos cuando nos juntamos con amigos: hablamos sin estructura, el tema surge de manera más bien espontánea, exponemos sucesivamente opiniones al respecto, y el cambio de tema es frecuente y espontáneo(Álvarez, 2001). La conversación tiene una función más bien lúdica y cooperativa, acentuándose en ella más lo social de la actividad que los temas abordados. La conversación es una forma de conexión.
El diálogo, en contraste, está al servicio de explorar algún tema en particular –de allí que las obras de Platón no sean Conversaciones sino Diálogos, cada uno de los cuales versando sobre algún tema como el amor, la justicia, la amistad, entre otros. Una conversación puede ser meramente una secuencia de opiniones, pero un diálogo implica una interacción estructurada y deliberada entre las ideas y puntos de vista de sus participantes: cada participación responde a lo expuesto anteriormente dentro del tema general planteado.
También el debate podría considerarse como una forma de diálogo, ya que se trata de un intercambio de opiniones sobre un tema establecido, pero la diferencia crucial es que en un debate hay ganadores y perdedores (y una audiencia que los juzga tales), y de lo que se trata es de que un punto de vista prevalezca sobre otros, mientras que un diálogo la finalidad es arribar de manera conjunta a alguna forma de acuerdo o comprensión sobre el tema en cuestión. La intención del diálogo es construir conjuntamente, más que dominar al otro.
El debate impone, la conversación conecta, el diálogo transforma.
El diálogo requiere realmente escuchar. La naturaleza interactiva del verdadero diálogo lleva a que sus participantes deban ajustar sus argumentos en función de lo que otros han expuesto, a transformar el discurso propio en función del otro. Y en esos ajustes y transformaciones el diálogo produce algo nuevo –aun cuando lo que produzca no sea una conclusión clara ni una solución satisfactoria, aún cuando revele una incompatibilidad irresoluble. Saber de qué manera estamos atascados también es algo bueno. Por todo esto, el diálogo es una forma colectiva de pensar –o podríamos decirlo al revés: pensar es una forma solitaria de diálogo.
He recordado esta distinción entre algunas formas de intercambio verbal en esta época tan ayuna de diálogos, tan ahíta de proclamas ensordecedoras, de debates espectacularizados para beneplácito de la propia tribuna, en la cual la única forma de intercambio parece ser la dominación o la sumisión, época de convivencias difíciles y pseudosoluciones fáciles. Y nos deseo que podamos sostener la tradición del diálogo, de escuchar, de que nuestras respuestas tengan en cuenta lo escuchado. Creo que nos va a hacer mucha falta en los años venideros.
Mi posición es un tanto romántica, lo admito. Pero, como dijera el filósofo contemporáneo Charly García “soy romántico, no boludo”. El diálogo no es suficiente para resolver cualquier cuestión –como escribió Todorov (2008): “El diálogo, por más benevolente que pueda ser, no puede resolver cuestiones relacionadas con la libertad de movimiento de la gente, o con compartir el territorio o los recursos naturales”– ni parece tampoco una buena idea esgrimir un silogismo cuando nos corren con un garrote, o de manera general dialogar con quien no quiere escuchar.
Pero de cara a una polarización social creciente, nos acercamos progresivamente a la disyuntiva entre escucharnos o matarnos, entre tender puentes o construir muros. Dialogar cuando es difícil, cuando no nos gustan las respuestas del otro, cuando preferiríamos imponer.
Dialogar porque no somos una isla, sino los nudos de una red deshilachada.
Nos leemos la próxima.
Referencias
Álvarez, T. (2001). El diálogo y la conversación en la enseñanza de la lengua. Didáctica (Lengua y Literatura), 13, 17–42.
Todorov, T. (2008). Conversación Civilizada. Project Syndicate. https://www.project-syndicate.org/commentary/civilized-talk-2008-05/spanish