En el pensamiento psicológico contemporáneo hay una sospecha, ampliamente extendida, que puede enunciarse aproximadamente así: nuestra mente no siempre es fiable. Esto es, la idea de que nuestro entendimiento no es objetivo ni racional, sino que está influido y distorsionado por una multitud de factores. Para una mente humana la racionalidad es el punto de llegada, no el de partida.
Esta idea ha sido enunciada de varias formas por distintos abordajes psicológicos, pero quizá la forma más conocida de esta sospecha probablemente sea el concepto de sesgos cognitivos –concepto cuyos desarrollos contribuirían al premio Nobel que recibió en 2002 el psicólogo y economista Daniel Kahneman. En el ámbito de las psicoterapias, es la terapia cognitiva la que más ha destacado la importancia clínica de las distorsiones cognitivas, ocupándose de identificarlas y corregirlas. ACT también adopta una versión de esa sospecha, sólo que, en lugar de intentar corregir las distorsiones, extiende esa sospecha para reducir el impacto de todo lo verbal.
La idea no es reciente, sin embargo. Hace unos días me encontré con un fragmento muy interesante del Novum Organum, de Francis Bacon. Publicado en 1620, las ideas expuestas en ese libro son las precursoras del método científico tal como lo conocemos hoy, enfatizando la necesidad de la experimentación en lugar de la pura especulación en la indagación de la naturaleza.
Ahora bien, lo que nos interesa es que en la primera parte del libro Bacon se ocupa de los obstáculos humanos que se interponen en el camino del conocimiento, lo que él llama “ídolos” y nosotros podríamos llamar de manera genérica sesgos o heurísticos: distintos aspectos de la existencia humana que nos vuelven propensos a cometer errores de juicio. Bacon enumera cuatro de estos ídolos: los ídolos de la Tribu, que serían aproximadamente los errores de juicio debidos a sesgos intrínsecos de la naturaleza humana; los ídolos de la Cueva, aquellos que surgen de las particularidades de la historia personal; los ídolos del Mercado o Foro, aquellos sesgos y errores que son resultado de utilizar el lenguaje vulgar para la indagación científica; y los ídolos del Teatro, que es como Bacon denomina a los dogmas filosóficos heredados y supersticiones que nos inducen a error.
El texto de Bacon es sorprendentemente lúcido en muchos aspectos. Consideren el siguiente fragmento (utilizo la edición en inglés de la Cambridge University Press que me resulta más clara: “Una vez que la comprensión de un hombre se ha asentado en algo (ya sea porque es una creencia aceptada o porque le agrada), atrae todo lo demás también para apoyarla y estar de acuerdo con ella. Y si encuentra un mayor número de ejemplos contrarios más poderosos, o no los advierte, o los ignora, o hace sutiles distinciones para descartarlos y rechazarlos, y todo esto con un prejuicio muy peligroso, para preservar la autoridad de sus primeras concepciones.” (Novum Organum, Libro I, XLVI). A pesar de los cuatro siglos de distancia es una descripción del sesgo de confirmación tan pulida que casi no necesitaría adaptación para publicarse hoy.
De allí proviene el fragmento que quería compartirles hoy:
“La aserción de que los sentidos humanos son la medida de las cosas es falsa; por el contrario, todas las percepciones, tanto de los sentidos como de la mente, son relativas al hombre, no al universo. El entendimiento humano es como un espejo imperfecto que recibe la luz de forma irregular, mezclando su propia naturaleza con la naturaleza de las cosas, distorsionándolas y corrompiéndolas”
(Novum Organum, Libro I, XLIV).
Esta cita me resultó simpática por lo siguiente: al hablar de sesgos en terapia, la analogía visual más frecuentemente utilizada es la de un par de anteojos que colorean lo que se ve de ciertas maneras. En la literatura de terapia cognitiva he leído esa analogía más veces de las que puedo recordar.
La imagen que Bacon sugiere no me parece inferior. El recuerdo de los espejos en las ferias que distorsionan las imágenes proporciona un buen vehículo para ilustrar algunos aspectos centrales del funcionamiento de una mente humana, a saber, a) nuestra mente no devuelve una imagen fiel del mundo, sino una distorsionada; b) la distorsión no es fruto de un error (los espejos son deliberadamente confeccionados de esa manera, y muchos de nuestros sesgos demostrablemente cumplen funciones útiles). It’s not a bug, it’s a feature.
De manera que, ahí tienen una analogía para utilizar con fines clínicos o expositivos (con la ventaja adicional de que pueden atribuírsela a Francis Bacon y alardear frente a su audiencia).
Nos leemos la próxima!