Cuando se menciona exposición (o algún recurso similar de contacto con experiencias dolorosas) en un foro de terapeutas, suelen surgir algunas voces preocupadas por la perspectiva de que los pacientes sientan malestar, por la perspectiva de acercar a los pacientes a aquello mismo que han temido durante mucho tiempo. En otras ocasiones (o en esas mismas) se sugiere el uso de estrategias de relajación, de distracción, o de control emocional para que el paciente no experimente emociones o sensaciones dolorosas -no me refiero a estrategias de regulación emocional para atravesar un momento difícil (á la DBT), sino a cuando la principal estrategia sugerida para lidiar con experiencias displacenteras es intentar no tenerlas.
El impulso es compasivo, pero es una compasión mal encaminada, una compasión que tiende a detener el crecimiento más que a fomentarlo. Recordando esto me encontré con una cita que creo es relevante a este tema:
“…A veces las terapeutas se sienten tentadas de proteger a los pacientes de la áspera realidad de elegir estar presente con lo que sea que se presente. Por ejemplo, puede existir un impulso de proteger a un sobreviviente de trauma de los recuerdos dolorosos. Detrás de ese impulso hay un pensamiento que ha sido comprado: no se puede vivir con algunas historias. A menudo este tipo de sabotaje compasivo es una señal de que alguna zona sensible se ha activado en la terapeuta. Si la terapeuta nunca ha aceptado el tema activado, existirá la tentación de asegurarse de que el paciente tampoco lo haga. La verdadera compasión es útil, pero los pacientes no necesitan ser protegidos de la vida -en cambio, necesitan ser ayudados a vivirla en el presente”
(Hayes, Strosalh, y Wilson, 2012)
En otras palabras, no es posible (ni necesario), proteger a alguien de la vida -esto es, de los dolores que implican los eventos vitales- ni tampoco es posible (ni necesario), proteger a alguien de su propia historia -mayormente porque la historia no se borra.
Exposición o aceptación, se trata acerca de hacerle espacio al malestar que ya está allí, no de generar malestar donde no lo había. No van a lastimar a un paciente si lo ayudan a entrar en contacto con lo que ya está allí, pero sí pueden generar crecimiento si ayudan a generar formas de respuesta ante eso que lleven a una mayor flexibilidad de acción y conexión con la vida.
Nos leemos la próxima.