Habitualmente suelo huir del pensamiento en slogans, como así también de aquellos que se postulan verdaderos por vía de la rima (de ambos casos abundan los ejemplos en las facultades de psicología). Prefiero más bien los meandros del pensamiento y las digresiones inútiles. Enfatizo lo de inútil, y si siguen leyendo verán por qué.
Esta vez he preferido hacer una excepción, que creo puede resultar útil, y trabajar a partir de una breve frase que me gustó.
Hace unos días, Hank Robb, uno de los miembros más antiguos de la ACBS (y en lo que a clínica de ACT respecta, uno de los clínicos más lúcidos que haya leído), compartió un texto respecto a la agencia en adicción a las drogas (básicamente, cerebro vs humano, vean el post aquí), y se refirió a una noción de ciencia caracterizada como “cosas pequeñas que explican cosas grandes: las partículas subatómicas explican las partículas atómicas, las partículas atómicas explican los átomos, los átomos explican moléculas, y así hasta llegar a los órganos corporales que explican por qué los organismos, incluyendo organismo humanos, actúan de la manera en que lo hacen” (el resaltado en negrita es mío).
Hasta aquí llega lo de Hank, que luego sigue hablando de adicción (si leen inglés, el texto vale la pena una leída), pero leyendo en otra dirección (es mi especialidad) a mí me gustó ese fragmento: una noción de ciencia basada en “cosas pequeñas que explican cosas grandes”, y estuve pensando un par de cosas al respecto.
Me gustó porque, teniendo en cuenta que es imprecisa y limitada, me parece una útil descripción de la posición metafilosófica que Stephen Pepper (1942) describió como mecanicismo (vean este artículo para un recorrido más detallado), que subyace a una buena parte de la psicología tradicional y contemporánea.
Para el mecanicismo, el mundo está compuesto de partes que se unen para formar un todo, y el todo es explicado por las propiedades de las partes y su interacción: cosas pequeñas que explican cosas más grandes. En psicología, esto está representado por los abordajes que explican lo que las personas hacen a través de las partes, más pequeñas, que están en juego: pensamientos, emociones, recuerdos, componentes de aparatos psíquicos, sistemas de procesamiento de información, sistemas neuronales, neurotransmisores, etc. Una persona actúa como actúa porque esas partes así lo determinan. Cuando nos encontramos con conceptualizaciones en las cuales los fenómenos son explicados a partir de las partes más pequeñas, probablemente estamos frente a una posición de tipo mecanicista.
Por otra parte, la posición que llamamos contextualismo adopta la posición inversa: los fenómenos son explicados a partir de cosas más grandes. En el conductismo, por ejemplo, la conducta es explicada a partir del ambiente en que sucede (más grande en el espacio), y la historia de aprendizaje del organismo (más grande en el tiempo); lo mismo pasa con la teoría sistémica, dicho sea de paso. En las posiciones contextualistas, una persona actúa como actúa porque el entorno en general así lo determina.
Por decirlo de alguna manera (errónea), el mecanicismo explica las cosas desde abajo (y habitualmente desde adentro), mientras el contextualismo explica las cosas desde arriba (y habitualmente desde afuera). Es por esto que Pepper llama al mecanicismo una teoría analítica (Pepper, 1942, p.142), en el sentido de que el dato del cual parte son los elementos o partes (y el todo surge de la integración de las partes), mientras que el contextualismo es una teoría sintética (id. ant.), en el sentido que el dato del cual parte es el todo, como por ejemplo el acto-en-contexto (y las partes surgen por derivación de ese todo). En la imagen que ilustra el post, el mecanicismo explica de izquierda a derecha; el contextualismo de derecha a izquierda.
Cada cual tiene sus fortalezas y sus debilidades. Al mecanicismo le suele faltar amplitud en sus análisis; al contextualismo le suele faltar precisión. El mecanicismo tiende a dispersarse en reduccionismos bioquímicos (las partes más pequeñas), el contextualismo hace lo propio con posiciones sociológicas o ambientalistas. No parece casualidad, de paso, que las posiciones mecanicistas suelan ser más afines a las neurociencias, mientras que las posiciones contextualistas hablan con mayor fluidez con la teoría de la evolución.
Los espíritus perspicaces notarán que una combinación entre las dos es imposible, dado que a lo sumo, derivaría en una tercera posición, también con sus fortalezas y debilidades. Lo que podemos hacer es estar al tanto de las limitaciones y recursos de cada posición adoptada, mantener la claridad conceptual, y en la medida de lo posible, el diálogo.
Termino estas líneas, releo lo escrito, y veo que a partir de una frase sencilla terminé con un embole confuso y abigarrado. Mis disculpas. Como dije, no me gusta demasiado el pensamiento en slogans. Pueden dejar comentarios, quejas, e improperios, en la sección de comentarios que está al pie.
Nos leemos la próxima!
Referencias
Pepper, S. C. (1942). World Hypotheses: A Study in Evidence. London: University of California Press.