En los últimos tiempos el campo de la psicología ha experimentado un malestar creciente por el surgimiento de abordajes psicoterapéuticos que podríamos llamar “alternativos”, como la psicología social, el counseling, terapia de vidas pasadas, constelaciones familiares, etc. (la lista es larga, sólo voy a usar estos como ejemplo). En toda esta situación han aparecido algunos discursos que creo vale la pena examinar.
La situación
Ante todo, una aclaración: no estoy hablando aquí de la persona que se hace pasar por psicólogo sin haber hecho ninguna formación, lo cual es lisa y llanamente una estafa, ni tampoco sobre psicólogos recibidos con irregularidades administrativas -como por ejemplo psicólogos que tienen la matrícula vencida, o tienen matrícula de una zona pero atienden en otra- dado que se trata de cuestiones administrativas que se pueden resolver con un trámite y no representan problemas estructurales. Tampoco me voy a referir a la práctica de la psicología social o counselling en sus espacios propios.
Nos vamos a referir a lo que se frecuentemente se denuncia como práctica ilegítima de la psicología y entra en alguna de estas categorías:
- Disciplinas complementarias (por ejemplo, psicología social o counseling), en las cuales sucede que el profesional se “desliza” hacia una práctica de la psicología clínica, lo cual no está dentro de su formación ni incumbencias -como si se tratara de un enfermero recetando un medicamento a un paciente.
- Terapias o abordajes pseudoterapéuticos que pueden ser practicados por psicólogos o no psicólogos, pero que carecen de asidero lógico o empírico(por ejemplo, terapia de vidas pasadas o constelaciones familiares).
Ante estas prácticas, la respuesta general de los Colegios, como portavoces del colectivo psicológico, ha sido bastante uniforme y se puede resumir aproximadamente así:
Estas situaciones reflejan prácticas ilegítimas porque las incumbencias de la psicología así lo indican (este es el argumento contra la primera categoría), o porque no están incluidos dentro de la currícula de las universidades o no son práctica habitual de los psicólogos (el argumento contra la segunda categoría).
Ahora, si me permiten pensar un poco, soy de la opinión que, aun cuando este argumento sea válido -efectivamente las incumbencias profesionales prohíben que un psicólogo social brinde terapia psicológica- se trata de un argumento débil, bastante estrecho de miras, que tiende a ocultar una situación más preocupante para el campo de la psicología. Creo que el argumento es cuestionable por los motivos que se detallan a continuación.
En primer lugar, las incumbencias profesionales y las currículas de las universidades están sujetas al vaivén de intereses políticos, culturales y sociales; la misma carrera de psicología tuvo que ejercer presión durante varios años para salir de la esfera médica y obtener autonomía profesional avalada legalmente. Por ese mismo motivo las currículas de las universidades no son uniformes sino que cambian según el cuerpo docente y los intereses de turno: por ejemplo, algunas facultades incluyen terapia gestáltica pero no cognitivo conductual, otras ofrecen cognitiva pero no conductual, otras ambas, otras ningunas, etc. Sujetar la legitimidad de la práctica de la psicoterapia a estos vaivenes es arriesgado: nada impide que dentro de algunos años la carrera de counselling obtenga incumbencias profesionales similares a las del psicólogo, o que una universidad decida incluir terapia de vidas pasadas dentro de la currícula. Las leyes cambian, las prácticas culturales cambian, y cuando eso pase, los argumentos que están usando los colegios de psicólogos del país van a ser polvo en el viento. El argumento de “un counsellor no puede atender pacientes porque no tiene esas incumbencias legales”, va a caer irremediablemente.
En segundo lugar es un mal argumento porque refleja un espíritu corporativo poco loable; ese argumento no prioriza la atención de la salud, no prioriza a la persona que busca atención psicológica, sino que prioriza el cuidar un espacio: se le dice al paciente que no debe acceder a tales terapias porque “nuestras incumbencias nos dan uso exclusivo de esta práctica y nuestras universidades no enseñan estas cosas”. Choca bastante con mis valores pensar que un paciente no debiera acceder a tal o cual abordaje terapéutico sólo porque una resolución o legislación así lo estipula. Y es bastante sospechoso cuando una práctica científica empieza a depender de recursos legales para sostenerse.
Una propuesta
Ahora bien, dado que no quisiera que estas líneas fueran pura crítica, me atrevo a ofrecer una posición alternativa, que quizá apunte más al meollo de la cuestión.
El problema con counseling (ciertos tipos de counseling, al menos), con terapia de vidas pasadas, con constelaciones, etc., no es un problema de índole legal, sino de índole empírica: no hay ninguna evidencia sólida de que esos abordajes sirvan para tratar problemas psicológicos.
Por supuesto, pueden ayudar cuando se experimenta un malestar, como también puede ayudar hablar con el taxista, jugar al ping pong o hacer cestería: todo puede ayudar, pero para llamar a algo un abordaje psicológico válido necesitamos evidencia de que funciona para problemas psicológicos, que ayuda con las fases agudas de un problema psicológico, que tiene una adecuada eficacia a largo plazo, que es una opción preferible a otras, etc.
Y tiene que ser evidencia sólida, no evidencia del tipo “la persona que escribió el libro dice que funciona”, porque si no, quien escribe el libro de terapia de vidas pasadas va a decir que a él le funciona y otra vez estaremos a foja cero. Hasta ahora no tenemos razones para creer que estos abordajes sean mejores que el ping pong para el tratamiento de problemas psicológicos. No hay razones para afirmar que pueden funcionar para personas diagnosticadas con ansiedad generalizada, trastorno de pánico, depresión, trastornos alimentarios, etc.
Esto podría cambiar, claro está, y estaría perfecto: podría demostrarse con evidencia sólida que esos abordajes sirven como tratamiento psicológico. Si ese fuera el caso, seríamos los primeros en celebrar la incorporación de una nueva herramienta que puede ayudar a las personas que sufren. Hasta tanto, permaneceríamos abiertos pero escépticos de todo procedimiento que afirme mejorar la salud mental de los seres humanos.
En resumen, quizá podamos cambiar los argumentos y en general nuestra posición frente a prácticas de ese estilo para reflejar lo que verdaderamente nos preocupa: que se ofrezcan tratamientos psicológicos inservibles, ya sea porque quien los brinda no está capacitado para brindar buenos tratamientos o porque el abordaje psicológico en cuestión no tiene evidencia que lo apoye. Las incumbencias son importantes, pero secundarias en esta cuestión.
Nos preocupa que las personas que buscan ayuda psicológica (que bien pueden ser nuestros amigos, nuestros familiares, la gente que queremos), se encuentren con tratamientos que les hacen desperdiciar su tiempo, su energía, sus recursos. Tratamientos que por inútiles ponen en riesgo su calidad de vida, cuando no su vida misma. Queremos, en resumen, asegurarnos que las personas accedan a la mejor terapia posible.
Addenda
Una última reflexión tiene que ver con considerar por qué están sucediendo estas cosas. Se podría pensar que siempre hay luchas por el poder, prácticas que intentan apropiarse de otros espacios, y que esto es sólo una instancia más de lo mismo. Yo preferiría mirar hacia adentro y hacer un mea culpa por una vez, en lugar de victimizarnos colectivamente.
Quizá el motivo por el cual estas prácticas florecen es porque la psicología no da una respuesta considerablemente preferible a estas terapias. Quizá las personas no distinguen entre psicólogo social y psicólogo clínico porque el clínico no ofrece nada que se pueda percibir como más eficaz.
Durante largo tiempo la psicología en Argentina se ha distanciado de todo criterio de eficacia. La misma palabra “eficacia”, es suficiente para ganarse miradas de espanto por parte de algunos colegas. Si justificamos nuestra práctica en el “caso por caso”, y “todo sirve”, nada impide que alguien ofreciendo terapias de vidas pasadas haga lo mismo. Si lo que ofrecemos no genera un cambio palpable, las personas van a recurrir a otros recursos, desde constelaciones familiares hasta medicación psiquiátrica, pasando por homeopatía, flores de bach, imposición de manos, etc.
Creo que la mejor respuesta que podemos ofrecer es hacer que lo que ofrecemos sea ostensiblemente mejor, más eficaz. Ofrecer lo más adecuado a la condición humana. Y sobre todo, escuchar, ya que si las personas están buscando otras soluciones, quizá eso nos esté diciendo algo sobre nuestra práctica profesional.
16 comentarios
Claro y conciso!!! Muy bueno!
Coincido con tu postura! Necesitamos escuchar!
te faltaron huevos, para escribir psicoanalisis
Pero muy buena nota igual!
Esto va más allá del psicoanálisis; estamos plagados de prácticas completamente ajenas a todo criterio razonable de evidencia. Si empezara a hacer la lista…
Efectivamente, pero 80% de los pacientes que los medicos derivan a un psicologo, van a psicoanalistas, poco probable (aunque no imposible) que vayan a un psicocromatologo. Creo que el psicoanalisis es un problema serio en nuestro medio, que se deberia abordar desde adentro. Psicologos que se jactan que su saber no es ciencia, pero usan los ambitos de esta.
Abrazo
esta es una consecuencia mas de esta era pos moderna, que deja vacíos nodales y el sujeto va en búsqueda de resultados rápidos, cortos y de poco esfuerzo…
La cuestión es que esto viene sucediendo hace muchos años. Estamos en la época de quiero todo y lo quiero ya. Todo es descartable y el psicólogo y la terapia también. Es la época de las soluciones mágicas y de interesarse poco en resolver, en los tiempos que requiere el inconsciente. Cuando no se atiende al inconsciente los problemas retornan y la gente se desilusiona. Atender a lo inconsciente es atender a las causas y eso lleva tiempo. La terapia es un arte y el terapeuta un artista que debe vérselas con los constantes cambios y pararse en un lugar ético, desde el cual observar que es lo mejor para el paciente y si considera que no puede con el caso derivar. Muchas veces por no hacer eso y no atender a las propias limitaciones se producen fracasos con los consecuentes desengaños que favorecen a las resistencias.
Soy Consultor Psicológico y no me voy a defender de nada y menos justificar nuestra práctica. Habría que realizar una reflexión que vaya más allá de injurias o criticas celosas, podríamos hacer un ejercicio filosófico y preguntarnos ¿Por qué estas prácticas cada vez toman más relevancia?
Y mi respuesta a eso es, estas prácticas como el Counseling crecen gracias a la gente que elige otras miradas y enfoques. Podemos leer entre líneas que las cosas no se están haciendo tan mal.
Y no voy a caer en el burdo chicaneo de que la respuesta a toda crisis, problema, exploración, etc. es el Counseling, porque no hay una terapia UNICA que sea la CORRECTA o más EFECTIVA, creo que hay terapias que nos permiten sentirnos libres de ser quienes somos sin miedo a sostener personas, ser nosotros mismo. Hay encuentros y relaciones terapéuticas que nos hacen bien y nos ayudan a poder desplegar nuestras potencialidades al máximo en un ámbito sin amenaza con el fin de una autoconocimiento más eficaz.
Cuando leí el artículo en algún punto me entristeció porque acá no se trata de que profesión es la mejor, acá se trata de expandir nuestros conocimientos y empezar a adquirir todo aquello que nos sirva para ayudar en la relación terapéutica y esto se podría lograr si dejamos de lados los egos y miedos.
Hay profesionales de la Psicología que tiene esta apertura que tanto pido y aceptan el crecimiento de otras ramas y hay otros que repiten la historia de los Psiquiatras con los psicólogos en su comienzos, los psiquiatras los trataban de estafadores porque lo único que servía era la medicina y los psicólogos lucharon para ser reconocidos y lo lograron, pero quien le dio el lugar y la autonomía fue la gente, las personas, el individuo que los eligió en el tiempo, con nosotros pasara lo mismo, perdón está pasando lo mismo.
Sds. Fernandez Juan Ignacio
Buenas, gracias por leer el artículo!
Respecto a tu comentario: “prácticas como el Counseling crecen gracias a la gente que elige otras miradas y enfoques”, es justamente uno de los argumentos esgrimidos en el artículo. El eje del artículo, sin embargo, no es establecer cuál disciplina sea la mejor, sino el papel nulo que la evidencia juega en estas conversaciones, más allá de en qué disciplinas se desarrollen, y más allá de las cuestiones político-institucionales a dirimir.
Sea psicología, sea psiquiatría, coaching o cualquier otra disciplina en el ámbito de la salud mental, la conversación no debería pasar por cuál es la mejor, cuál tiene las mejores intenciones, o temas de apertura y cerrazón, sino por la evidencia, el crecimiento científico, la investigación, y esa es la discusión que siempre brilla por su ausencia en estos temas, probablemente porque todas las partes intervinientes tienen demasiadas cuentas pendientes.
El error que estás cometiendo Fabian, es el de creer que sólo hay una manera de evaluar la validez de una práctica, y esa es la ciencia. Claro, podés argumentar que vos no tenés ningún problema con las terapias alternativas, siempre y cuando puedan mostrar validez dentro de tus estándares científicos. Esto es como decir que yo no tengo ningún problema con las diferentes especies de animales, siempre y cuando todos muestren que son capaces de volar. Hay animales que no pueden volar, y no tienen por qué hacerlo. Cumplen su función y son una esencial parte de la fauna, aún sin poder volar.
Lo mismo sucede con las terapias alternativas. No tienen aspiraciones de ciencia. Tampoco tienen por qué tenerlo. No hay una única vara para medir todas las cosas, y pretender que todos se atengan a tus propios estándares arbitrarios no es más que una excusa para menospreciar la valía de los que realizan prácticas distintas a la propia. Y que no haya confusión respecto de este punto; los estándares y estipulaciones de la ciencia son tan arbitrarios como cualquier otro dogma. Pero ese es un debate epistemológico para otra ocasión.
Saludos.
No se trata de estándares arbitrarios de ciencia. Se trata de demostrar las cosas que se postulan. Si, por ejemplo, la terapia X dice que cura el cáncer, ok, perfecto: proporcioná una prueba de que es así, y que sea una prueba que reduzca las posibles fuentes de error tanto como sea posible: factores externos, recuperación espontánea, efecto placebo. Si tal prueba es proporcionada, perfecto, usémosla para el tratamiento del cáncer, bienvenida sea. Si tal prueba no es proporcionada, nos abstendremos de recomendarla. No es algo tan difícil, es el mismo criterio que utilizamos para toda nuestra vida cotidiana.
No es obligatorio pasar por un proceso científico, pero si no se hace, si “mi terapia sirve” solo es una aserción arbitraria sin otro fundamento(y adicionalmente, emitida por aquellas personas que lucran con esa terapia), es perfectamente válido descartarla o mantener la credulidad en suspenso hasta tanto las cosas cambien.
En pocas palabras: lo que es arbitrariamente afirmado puede ser arbitrariamente negado. Y cuando están involucrados recursos públicos y la salud de la gente, yo en particular espero un poco más de rigurosidad que la mera opinión.
De acuerdo con Juan Ignacio … Podemos elegir otras miradas y otras alternativas. Yo las llamaría ‘de complemento’, mejor dicho. Me parece que, como en todas las disciplinas de la vida, el riesgo está en caer en el absolutismo. Saludos.
La postura defiende una clara visión de opuestos antagónicos, descalificando el trabajo serio que podrían estar ejerciendo otras personas o visiones. El adueñarse de conceptos, como terapéuticos es muy subjetivo, además la “psicología” no es una ciencia exacta. Podríamos acercarnos a observar sin miedo cuales son las nuevas visiones y complementar nuestros recursos. Saludos.
Fabian vaya tema, buenas opiniones de todos, es bueno reflexionar sobre que estamos haciendo mal para que ésto suceda, si no hay auto crítica es difícil entender el contexto en el que hoy se vive, se ha desatado el pensamiento mágico, las personas que quieren todo rápido, express, medios de comunicación, factor económico, es un problema cultural (personas que pagan mas porque les lean las cartas del tarot) en lugar de acudir a terapia Psicológica o psicoanalítica, además una falta de regulación por las autoridades, que decir de los colegios de psicólogos que requieren de mas dinamismo y participación en la vida de la sociedad.
Saludos cordiales.
Mi experiencia tuvo un recorrido diferente en la pregunta sobre la eficacia,a raíz de muchos pacientes migrantes (mapuche,africano y sirio), las categorías individuales de la Licenciatura en Psicología no me respondía un campo de problemas y comencé a estudiar la Maestría de Antropología Social(UBA) que tiene una mirada diferente en Salud y me resultó muy interesante recorrer categorías sociales.En eso estoy.Con la Etnopsicología.Acuerdo algunos puntos de vista expuesto.Agradecida por este artículo,
Por ayudar en un club deportivo de adolescentes recorrí algunos cursos de Coaching Deportivo. Les aseguro que fue abrir un baúl de dónde emergieron las prácticas terapéuticas más insólitas. Encontré efectivos motivadores y algunos instructores brillantes en esto de cooperar con el buen funcionamiento de grupos deportivos y de trabajo. Lamentablemente también di con charlatanes que esgrimían lo peor y mal aprendido del psicoanálisis (pseudociencia, si las hay) mezclado con terapias alternativas de la New Age. Si te animabas a cuestionar postulados “sagrados” de PNL y de nuestro amigo Segismundo, o señalabas por obvios las más infantiles verdades de Pedrogullo de los libros de autoayuda podías morir apedreado. Bueno, con piedras energéticas, por suerte.